Gaela 1

Gaela 1
SAGA PRIMERA

viernes, 11 de julio de 2014

CAPÍTULO 3




    La pelea, cuando llegamos, llegaba ya a los puños. Por lo visto mi amiga Adriana era toda una matona de primera generación. Sentí incluso vértigo cuando conseguí coger al vuelo una de sus manos y llevármela a mi lado para ver un matojo –Y no miento- de pelo rubio platino. Miré esa mano con los ojos abiertos e inmediatamente sentí un tirón del brazo.

    Logan y Ete sostenía a una Adriana totalmente trasformada; en una loba, mientras la rubia operada se arreglaba el pelo, o lo que le quedaba de él, con las manos. Después miró a mi amiga.

  -Suéltame, que me sueltes…ajj. –Gritaba mi amiga haciendo todo lo imposible por librarse de sus carceleros.

     Las piernas de Adriana volaban por el aire y temí que todo el círculo que nos rodeaba le viera hasta las entrañas, pero Gina, una de las más centradas, se puso delante de ella y tapó la gloriosa visión a alguno que, hasta habían bajado la cabeza con intención para poder ver mejor.

    Salidos.

  -¿Se puede saber qué demonios ha pasado? –Preguntó Gina, tratando al menos en solucionar esto como las personas decentes.

     Doña estirada alzó la barbilla y tuve que admitir que, aun después de ver las pintas que Adriana le había dejado, esa mujer era ante todo elegante.

  -Tú amiga estaba ligando con mi hombre, aun después de decirle él, que no le interesaba, ella se ha lanzado.

  -¿Y tú como sabes que él me había dicho que no? –Hurgó Adriana en la herida provocando que la rubia se tiñera de rojo.

  -Porque él no se fijaría en una ramerilla de poca monta como tú.

  -Serás…

    El gran insulto de Adriana fue silenciado por una mano alzada de Gina, después la pelirroja se giró hacia la rubia y habló con la misma educación que una madre ante una pelea de niñas de diez años.

  -Perdona no tienes por qué faltar el respeto…

  -Tú te callas taruga. –Cortó la rubia la educada respuesta de la pelirroja.

    Gina abrió la boca y pude escuchar cómo se le desencajaba, en ese momento Ete soltó el brazo de Adriana que parecía tan perpleja como el resto, y solo Logan, aunque no hacía mucho esfuerzo, la mantuvo cogida pero la dejó en el suelo. Sin embargo, todos parecíamos sufrir un espasmo de perplejidad.

  -¿Perdón? –Preguntó una estupefacta Gina.

    Yo también lo hubiese preguntado ya que me parecía increíble que esa petarda hubiese insultado a una mujer como Gina, ella que era la única que había intervenido de forma educada para poder continuar con la noche.

    Y mira por donde, le habían pegado una patada en toda la boca.

  -Ya me has escuchado. –La rubia más altiva que antes (ya que cuatro de sus amigas la rodearon, junto con dos tíos tipo armarios), apoyó la mano en su cadera y sonrió de una forma que me dieron ganas de metérsela por el culo. –Ta-ru-ga. –Repitió con más lentitud y mucha más chulería.

    Ya había escuchado suficiente, doña perfecta necesitaba una lección de educación.

  -¡A por ella! –Grité y me lancé a por las súper Barbys siliconadas.

    Mi cuerpo, el que tenía detrás y la pelirroja de mi izquierda, se lanzaron sobre las cuatro chicas, como leonas hambrientas y más preparadas en la lucha que todas ellas ya que, el suelo las había atrapado entre gritos y lamentos mientras nuestros cuerpos las pateaban, e incluso hizo falta que los armarios terminaran con la pelea, llevándose a mis amigas bajo sus brazos y…

    El resto lo tenía un poco borroso, ya que un brazo de hierro que me quemó en la piel me rodeó la cintura y me sacó de esa maraña de gatas para arrastrarme él mismo, fuera del local.

    Cuando me di la vuelta para enfrentar a mi agresor, literalmente me quedé sin aliento, sin palabras y… se me cayeron las bragas.

    El jinete del apocalipsis.

    De cerca impactaba más, casi igual como si te abofetearan en toda la cara, te arrojaran agua caliente con una manguera y te aplastaran en una máquina para convertir un cuerpo metálico en un cubo de desechos…

    La leche, que bueno estaba.

  -Morena. –Arrastró la palabra con ese vozarrón ronco y me entró un nervio de esos epilépticos. –Me has decepcionado mucho.

    Y con esas palabras se dio media vuelta y avanzó de nuevo hacia la entrada del local. Boquiabierta y con el corazón tan acelerado como una locomotora, no perdí detalle de ese cuerpo ni cuando se tensó, se frenó y giró su cabeza hacia la derecha.

  -¡Gaela! –Gritó histérico Logan, pero mis ojos estaban atentos a la reacción de ese hombre y la composición perfecta de cada ángulo que Dios había creado con ese magnífico espécimen masculino. -¡Gaela! –Y el trasero… Dios bendito, era tan tentador como una tableta del mejor chocolate del mundo, que seguro que sería la envidia de los mejores modelos de calzoncillos de Calvin Klein. -¡GAELA!

    Me fue imposible dejar a un lado los gritos de Logan, ya que si continuaba gritando, haría salir hasta los vecinos de la otra parte del país porque, en ese momento estaba siendo el centro de atención.

  -¡Ya voy! –Contesté con un bufido.

    Pero antes de girarme y retirar la mirada de esa espalda ancha y ese culito prieto, el gesto del individuó me llamó a mirarlo y me tropecé con unos ojos que me miraban inquisitivos y una morena ceja alzada.

  -¡GAELA!

    Esta vez el grito había sonado en mis propios tímpanos ya que Logan, harto de llamarme había decidido venir a por mí, y el gesto posesivo que tomó su mano con mi brazo, me hizo abandonar esos ojos para fijarlos en mi amigo, pero antes de que pudiera decir nada, Logan me cortó más mordaz que de costumbre:

  -¿Qué coño te pasa? ¿Es que ahora pasas de tus amigos?

    Su pregunta me molestó muchísimo, y más en la forma en que la expresó. Logan parecía rabioso y lo único que conseguía con ese comportamiento mientras me arrastraba por toda la calle delante de todo el mundo como si fuera mi hermano mayor, era subir mi rabia y que me dieran ganas de entonarme unas sevillanas en su cara.

  -No. Solo pasaría de ti. –Me quité esa mano de un violento tirón y avancé hacia delante marcando los tacones fuertemente contra el asfalto de la carretera.

    Últimamente no solo tenía que soportar la cacería de Logan, también ese carácter, ese detalle en su voz y esas miradas. Esta noche se estaba pasando de la raya, y si la cosa no se detenía por completo, Logan y yo terminaríamos muy mal la noche.

    Pensaba que con el compromiso de Ivan tan próximo, sus planes de conquista cesarían, pero parecía mentira que no lo conociera y lo peor de todo es que, Ivan nunca le decía nada ya que, como no sentía celos, no le importaba una mierda que los tíos me echaran los trastos. Según él, yo lo hacía muy bien y había demostrado saber defenderme de esos depravados que me pedían el teléfono.

    Hasta recordé una de las fiestas donde el hermano del marido de mi hermana había demostrado interés en mí, y ese interés se había convertido en una persecución toda la noche; bailando demasiado pegado a mi cuerpo, tomando mi mano como si fuera suya, susurrándome al oído comentarios tontos, mandándome guiños… E Ivan, como si nada. Fui yo la que giré la cara de ese idiota con mi mano y la que salió con el mote de “espanta moscas” de esa importante celebración, a, pero, ese apodo sí que le molestó a Ivan.

    El puto mote fue lo que le jodio de todo lo ocurrido, no que un hombre me tocara el culo. Increíble.

     Sin embargo, en mi caso pasaba todo lo contrario. Cuando veía a Ivan hablando, sonriendo, bailando o tomando un brazo de otra mujer que no era yo… ardía Troya, Grecia, Roma… Y EL PLANETA ENTERO.

    Me tomé unos segundos para centrar mi respiración y borrar el rencor de mi cabeza, y continué caminando.

  -¿Estáis bien? –Pregunté a las chicas nada más llegar al banquito que habían abordado, aunque solo Gina estaba sentada, Adriana paseaba de un lado a otro con nervio y agitando los brazos, no obstante, decidí sentarme al lado de la pelirroja aunque extrañamente era la que mejor cara tenía, parecía hasta divertirse.

  -Sí…

  -Yo no. Necesito cargarme a alguien. –Graznó Adriana. –No deberíais haberme separado…

  -Relájate Adriana. –Le pidió Gina medio en risa.

    La histérica chica se hizo la sorda y reanudó su histérico paseo, un poco más alejada de nosotras.

  -¿Y Ete? –Pregunté echándole un vistazo a Logan que se apoyaba en el respaldo del banco dándonos la espalda en sumo silencio.

  -Dentro, solucionando todo esto.

  -Lo siento. –Dije, pensando que necesitaba escucharlo, pero Gina me sonrió.

  -Tranquila, él lo arreglará todo… Por cierto. –Gina abrió su bolso y sacó mi móvil. –Ha vuelto a sonar otra vez.

    Tomé de nuevo el móvil y lo miré con tristeza. De nuevo me había vuelto a olvidar de Ivan, y sabía que esto me iba a traer problemas. Ivan no estaría muy contento con mi pasividad, pero yo no tenía la culpa de esas interrupciones…

    Pues eres una de las protagonistas…

    Cállate.

    No tenía ganas ni de discutir con mi conciencia como para discutir con mi prometido.

    Me armé de valor, respiré y marqué.

  -Cada vez me decepcionas más.  –Rugió a su forma con su típica educación y solo para que me sintiera mal.

    Menudo saludo… Y otro que tal.

    De pronto caí en esa frase y en que no hacía más de dos minutos otro tío bueno también me lo había dicho.

  -Ivan…

  -¿Dónde estás? –Me cortó mandándome una descarga eléctrica por todo el cuerpo. El efecto Ivan ya comenzaba hacer su trabajo.

  -En el local de Ete, en Malabella.

  -Quédate ahí, ahora voy, y… No hagas que a la próxima te ponga un rastreador.

  -¿Qué?

    No hubo contestación, tan solo el “pin” del colgado.

  -Menudo cabrón. –Alcé la vista y miré a Gina que miraba a Adriana, la protagonista del comentario, con los ojos en blanco.

    Mis ojos también se dirigieron a mi amiga, que tras mirarme su rostro se llenó de prudencia y culpabilidad.

  -Tenías el manos libre…

  -Adriana. –Le pidió Gina soltando un ruego, pidiéndole que se callara.

  -No la calles, todos pensamos lo mismo de él. –Esta vez fue Logan el que dio su opinión.

  -Sobre todo tú, Logan, el magnífico. –Acusé porque él era el menos indicado para hablar.

    Logan abrió los ojos y le dio la vuelta al banco para colocarse delante de mí. Mis ojos no solo lo miraron, lo acribillaron. Si mi amigo quería guerra estaba dispuesta a brindarle una batalla.

  -Al menos yo no te trataría como una mierda.

  -¿De verdad te crees mejor que él? –Le pregunté levantándome del banco y enfrentándome a él.

  -Por supuesto, y te pido por favor que no me compares con ese desgraciado. –Logan se cernió contra mí con una mirada amenazante.

  -No eres comparable. –Murmuró Adriana a nuestras espaldas. Pero Logan no podía retirar los ojos de los míos al igual que yo de los suyos.

  -Eres mi amigo y hoy pareces un…

  -Chicos basta. –Pidió Gina colocándose en medio de los dos y mirándonos de uno al otro con una súplica en sus ojos. –Gaela, estamos preocupados por ti. Mira cómo te pones ahora que todavía no os habéis casado, ¿Cómo será luego? ¿Qué pasará luego?

   Ahora llegaba en debate de mi relación con Ivan y eso era lo que más odiaba. Sabia de sobra la que se me avecinaba, no hacía falta que todos ellos me lo restregaran por la cara.

  -Ese es mi problema, y las cosas seguirán igual.

  -No Gaela, ese hombre te cambiará. –Susurró Adriana acariciando mi cabello. Ese gesto me relajó solo un poco.

  -No lo hará. –Murmuré porque los dedos de Adriana me hacían cosquillas.

  -Ojala fuera verdad. –Murmuró también Gina.

  -¿Y que queréis que haga? –Me dije más para mí misma hundiendo mis hombros con todo el peso del mundo sobre mi espalda.

  -¿No hay alguna manera de anular ese matrimonio? –Preguntó Adriana de pronto, dejando mi cabello y colocándose delante de mí.

  -No. Esto es algo que se le llama deber familiar, es decir… El honor de la familia. Un contrato firmado desde hace años…

  -Tiene que haber alguna forma para romper ese compromiso, y la buscaré. –Me consoló Gina cortándome y poniendo a trabajar su cabeza a toda velocidad.

  -Yo te ayudaré, puedo consultárselo a mi padre. –Participó Adriana con una amplia sonrisa. –Un juez lo sabe todo. –Y me guiñó un ojo.

    Parpadeé por la propuesta, dudaba que encontraran algo ya que una parte de mí deseaba ese matrimonio porque esperaba que las cosas entre Ivan y yo cambiaran, la otra parte era realista y dio saltitos al alegrarse de poder contar con amigas como ellas por tratar de ayudar en mantener mi vida tal y como estaba y darme una esperanza de poder disfrutar.

  -Os lo agradezco, pero os pido que no os metáis. La familia Toscana es muy persuasiva y se las sabe todas. Ellos fueron los que decidieron este compromiso. Y mi madre, que entusiasmada lo aceptó, será otro problema de los gordos.

  -Tu madre solo es un pequeño obstáculo fácil de derrumbar. –Opinó Gina.

    ¿Obstáculo? Tenía gracia, mi madre era una muralla de acero, cristal, piedra, agua y fuego… Todo mezclado y era imparable o inamovible.

    El verdadero reto era la señora Olimpia Nicola-Lee. Mi querida mami.

  -Hacer lo que os dé la gana pero…

  -Ya te avisaremos, tranquila.

    Gina y Adriana se sentaron en el banquito de nuevo para hablar entre ellas. Me pasé la mano por el pelo retirándomelo de la cara y sentí unos dedos acariciar mi brazo. Sabía que era Logan, de algún modo pidiéndome perdón, pero me dio igual, mucho tenía que hacer para que lo perdonara.

     Rechacé esa ofrenda de paz y me alejé un poco caminando hacia delante, casi de vuelta a la entrada del local. No sabía muy bien dónde dirigirme, solo necesitaba poner un espacio entre esa colmena de abejas en que se habían convertido mis amigos, y yo. Pero el bocinazo de un coche me detuvo abruptamente y mis ojos se dirigieron a la dirección de ese sonido.

    Implacablemente, un Aston Martin db9 negro, con unas llantas que envidiaría Hello Kitty, fue aparcado a mi derecha. El coche llamaba tanto la atención como la rubia que se montó en el lado del copiloto, pero quien llamó realmente mi atención fue quien abría la puerta de esa bestia de cuatro ruedas para entrar dentro y domar su cuerpo lleno de curvas de acero inoxidable.

    Él, que captó mi mirada y la de muchos otros; las mujeres por la aura de magnetismo y salvajismo erótico que desprendía y la de los hombres, por la dominación y la envidia, y yo, por… todo.

    Resbalé con los ojos hambrientos todo ese cuerpo, era la cuarta vez que me lo cruzaba y el impacto de sus ojos mejoraba con cada momento ya que el coche no era el único que rugía, mi yo misma interna estaba al cien por cien de adrenalina y a la vez elevándose y desmayándose como un chorro de agua contra el suelo.

    Podía verlo perfectamente, esta vez nos separaban unos diez metros y aunque la mitad de su cuerpo era tapado por esa puerta abierta donde uno de sus brazos musculados se apoyaban, su cara no. De todas formas, no leía nada en ese rostro completamente vacío, pero me llené con su belleza y con el placer que me causaba ver sus ojos mirándome, y esta vez no era una alucinación, el jinete me miraba a mí, lo malo es que no podía deducir que significaba esa mirada.

     Una intensa mirada que se rompió cuando un coche frenó delante de mis narices, casi a un metro de distancia de mi cuerpo.

     Debería de haber reconocido el sonido del Bugatti de Ivan, me lo sabía de memoria, siempre que lo esperaba en el portal de mi edificio, con tan solo escuchar ese motor, ya sabía que se acercaba y todavía no se había mostrado. Pero ahora el dueño del Aston Martin había conseguido hasta que ese detalle se me olvidara.

    Antes de ver salir a Ivan por la puerta le eché un último vistazo de soslayo al desconocido…

    Ya no estaba donde lo había dejado, pero lo encontré de nuevo y...

    No solo se había alejado de su coche, sino que se acercaba y ahora estaba a unos cinco metros de distancia de mí. Me tensé y luché por controlar mi cuerpo, mi respiración y mi corazón, pero me resultó imposible cuando me giré de nuevo hacia delante y pude ver como Ivan también se me acercaba con una mirada que podía congelar el mismísimo infierno.

    Todo se ralentizó a mí alrededor, ellos se acercaban, cada uno tenso y con la mirada puesta en mí, pero de pronto, sucedió algo que nunca me imaginé por nada del mundo.

    Mi jinete se frenó delante de una rubia explosiva la tomó de la cintura y la arrimó a su cuerpo para susurrarle algo en la oreja mientras…

    Fui arrollada por un todoterreno que me acorraló con sus brazos, me empotró contra su cuerpo duro y me hincó la mirada con una violencia que seguro me dejaría marca porque, de pronto, sentí que los ojos me escocían.

  -Esta noche no solo has traspasado el límite de mi paciencia, sino que además, has conseguido que deseé palmear tu trasero hasta dejarlo al rojo vivo…

  -¿Eso es una proposición? –Pregunté por una boca que parecía adelantarse a mis pensamientos, pero…

    ¿Qué podía decir?

    Me había dado dos veces con un canto en los dientes. El primero; al pensar que el jinete venía a por mí, y lo que realmente hacia era ir a por una de sus rubias, y el segundo; en pensar que el atropello que había sufrido tan violento era llevado por el deseo de recibir un beso de Ivan, y otra vez…ERROR.

    Hoy no era mi noche.

  -No Gaela. –Contestó Ivan con una voz oscura. -Es una advertencia. Una putada más de las tuyas y te arrepentirás.

    Estaba sumamente cerca, lo tenía casi pegado a mi cara, pero no ardía el fuego en él, ardía la ira, la rabia y la tensión que pendía de un hilo por el poco control que le quedaba a esa vena en su cuello.

    Mi vestido rojo no había funcionado ni una mierda.

  -Puedes soltarme, me haces daño. –Le pedí cuando sentí que sus dedos se clavaban en mis antebrazos.

  -Solo quiero saber si te ha quedado claro.

  -Trasparente. –Repuse como un soldado a su general.

    Ivan me soltó los brazos y dio un paso hacia atrás, luego se arregló las arrugas que se habían formado en su americana al cogerme violentamente y volvió a clavar sus ojos en mí. Aunque parecía más relajado no me podía engañar, si las miradas mataran… sería imposible encontrarme bajo tierra de lo profundo que esos ojos me estaban enterrando.

  -Me gustaría recibir una explicación de porqué has tardado tanto en devolver mis llamadas.

  -¿Ahora? –Pregunté incrédula.

    Por un breve segundo pensé que esto sería rápido, pero de nuevo me equivocaba, y era normal. Ivan estaba acostumbrado a tenerlo todo bajo control y una vida totalmente organizada, y yo me había convertido en su piedra en el suelo, una piedra que le hacía tropezar una y otra vez.

  -Sí, ahora. –Ordenó tranquilamente y se cruzó de brazos esperando mi respuesta.

  -La noche se complicó. –Comencé creyéndome que sería suficiente.

  -Define claramente esa complicación.

    Me mordí los labios y pensé en que debería callarme y que debería decir, ya que ambas cosas me parecían peligrosas comentarlas. No obstante y sin poder controlarlo, mi mirada se dirigió a mi derecha, al Aston Martin.

    Él no solo había llegado a su coche, estaba dentro, con la ventanilla bajada, las dos chicas dentro, una retocándose los labios mientras se miraba en un pequeño espejo y la otra detrás de él, haciéndole un masaje con unos delicados dedos, y él… mirándome, mientras su coche, parado, rugía de vez en cuando quejándose de que su dueño no lo sacara a pasear, pero su dueño estaba más ocupado en mí. Y no lo entendía, no sabía que le llamaba tanto la atención para no retirar su mirada y fijarla en las mujeres que lo rodeaban dentro del coche.

  -Gaela. –Ivan posó sus dedos en mi barbilla y me giró para que lo mirara. –Puedes empezar, por favor.

    Me lamí los labios y aguanté la tentación de volver a mirar a ese pecado ya que, tenía otro pecado igual de tormentoso delante de mí, y comencé con mi explicación antes de hacer una escena delante de toda esa gente que había a nuestro alrededor.

  -Bueno, perdí mi bolso de vista y cuando me di cuenta vi tus llamadas, pero entonces…

    Tragué saliva y me retiré hacia atrás, esos dedos bajo mi barbilla estaban complicando un poco mi forma de pensar.

  -Entonces ¿Qué? –Repitió Ivan dejando caer su mano a un lado de su cuerpo.

  -Adriana estaba en apuros y… Se me fue de la cabeza.

  -¿Qué se te fue de la cabeza? –Ivan frunció el ceño atónito.

  -No pude pensar mucho mientras una rubia oxigenada trataba de arrancarme la cabeza. –Le expliqué para que no pensara que estaba loca.

    Aunque esta noche se me estaba hiendo un poco la cabeza con todo lo sucedido.

  -¿Te has involucrado en una discusión? –Preguntó con los ojos como platos.

  -¿Discusión? –Pregunté con sarcasmo. -Eso parecía la matanza de Texas…

  -Vale. –Me cortó levantando una mano para que me callara. Después sacudió la cabeza con decepción, y continuó: -Verdaderamente no quiero saber nada más. Una vez nos casemos solucionaremos esos problemas impulsivos.

  -¿Perdón? –Esta vez la atónita fui yo, que abrí los ojos casi tanto como la boca.

  -¿Hay algo más que deba saber? –Preguntó él pasando totalmente de mi pregunta anterior y cambiando de tema como si nada.

    Y una mierda como tú coche de grande.

  -No, pero me gustaría que me explicaras eso de mis impulsos. –Insistí. Necesitaba una explicación.

  -En otro momento…

  -No. Ahora. –Ordené y me crucé de brazos imitando su anterior comportamiento, a la espera de que comenzara.

    Pero Ivan tan solo se pasó la mano por el pelo deshaciéndoselo y mostrándome una deliciosa escena de ese pelo cayendo y brillando por el toque que le daba las luces de las farolas. Una sombra que se apoderó de la mitad de su rostro lo mostró, por un momento vulnerable, pero solo un segundo, aun así, el suficiente tiempo para que perdiera el hilo de la conversación.

  -Ivan. ¿Nos vamos? –Una preciosa voz femenina se metió por mis oídos como una cantante de Country. Alcé la vista y miré por encima del hombro de Ivan, quien extrañamente se había tensado.

    Una joven muchacha de cabello oscuro y belleza infantil, salió del Bugatti con una preciosa sonrisa en los labios mientras dirigía sus ojos claros a la espalda del hombre que había delante de mí.

  -¿Ivan? –Repitió esa voz dulcemente y juro que vi las estrellas y sentí la sangre en mi boca cuando dirigí mi mirada al llamado.

  -Espera dentro del coche. –Rugió Ivan sin retirar los ojos de mí. La joven obedeció inmediatamente y se metió de nuevo en el coche.

    Todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas, estaba dolida, cabreada y con ganas de salir corriendo para agarrarme a mi almohada y no salir durante un largo tiempo de casa. Sentí que mi corazón daba un salto pero no de entusiasmo, sino, como si se hubiese roto una válvula y la sangre se desparramara por dentro de mi cuerpo inservible.

  -Eso es lo que te ha fastidiado ¿Verdad? –Exploté sin darme cuenta. Deseaba que explotara él de la misma forma y llegará a estar tan perturbado como yo para poder tener una pelea de las que terminaban en un ring de boxeo.

 -¿Qué insinúas? –Preguntó alterado.

    Bien, había conseguido que esa vena por fin actuara a mi favor. Ivan no estaba tan controlado como aparentaba, y por fin, la naturaleza de Ivan se destapaba ante mí.

    Los hombres también sangran.

  -Te he torcido los planes con tu amiga…

  -Gaela…

  -No. Déjame hablar. –Le pedí con el mentón en alto. Después de ver esto, era una tontería callarme todo. -No te preocupes por la intromisión, es más, debería decirte que una de las complicaciones que he sufrido esta noche ha sido que he perdido el culo detrás de un hombre que me ha puesto como una moto…

  -Gaela…

  -No soy tan inmune a ti como pensaba, y te agradezco que la trajeras a ella hasta aquí. –Continué sin hacerle caso, sin escuchar mi nombre ardiendo en su voz, sin ver esa cara roja llena de ira y sin ver como sus ojos se oscurecían cada vez más: -Es la prueba que necesitaba para saber que tengo carta blanca para…

  -No se te ocurra. –Me cortó con una voz que podía haber fundido el metal de su propio coche, porque la ola de rabia que nacía de su cuerpo era arrolladora. –Que no me intereses como mujer no significa que vaya a permitir que te rías de mí.

  -Tranquilo, seré discreta. –Le dije con una sonrisa en los labios que provocó que su labio inferior temblara de rabia.

  -Gaela…

  -¿Me das mi anillo? –Lo corté para no continuar con esta discusión, tenía que admitir que me encantaba provocar a Ivan, pero esa provocación me iba a dejar huella, ya que pensar que él iba a disfrutar con otra mujer, en verdad me rompía el alma. -Mis amigos me esperan y tu chica se está impacientando.

    Ivan miró por encima de mi hombro, y cierto, mis amigos estaban vigilando, observando la escena como espectadores de cine, solo les faltaba las palomitas y el refresco. Luego me miró y finalmente decidió que él también quería terminar con esto porque se llevó la mano al interior de la americana y sacó una cajita negra que me tendió sin gesto alguno en la cara.

    Igual que me lo había imaginado: Él a un metro de distancia del suelo, con la rodilla hincada en el suelo y la cajita abierta mientras que con una sonrisa me lo pedía…

    La imaginación hacia maravillas y la ironía también.

    La abrí y… Que joya. La belleza en esa pieza era algo increíble, pero de pronto, me mareé y no quise ponérmela. Cerré la caja.

  -¿No te la pones? –Me preguntó con la ceja alzada.

  -Cuando llegue a casa. –Le dije apretando fuertemente el terciopelo que la rodeaba contra la palma de mi mano.

  -¿Te ha gustado…?

  -Ivan. –Lo corté bruscamente porque la sonrisa en esa boca de superioridad me comió por dentro. -Que tengas un buen viaje… y tranquilo, no te apresures en llegar, me voy a mantener muy ocupada estos días para no pensar en ti.

    Me di la vuelta y me largué con la cabeza bien alta y una preciosa sonrisa en mis labios. Pero todavía no había terminado, había otro al que deseaba darle un escarmiento.

    El Aston Martin continuaba ahí, y él dentro mirándome, lo sabía aunque no le dirigí ni una sola mirada, no obstante, notaba la suya detrás de mí, sentía esa intensidad clavada en mi cuerpo, en mi piel y en mi trasero, así que, aproveché el segundo round, tanto para él como para Ivan que también continuaba mirándome.

    Pasé por delante de ese coche negro con un contoneo de lo más sexy tanto que hasta recibí algún que otro piropo de un grupo de chicos que pasó por mi lado, hasta incluso me atreví a sonreír a uno de ellos que pasó por mi lado tan pegado que, nuestros cuerpos se rozaron y participaron en un medio baile donde, yo terminé dándome una media vuelta siguiendo su torso para después terminar la vuelta entera sola, tipo bailarina, y finalmente darle la espalda para continuar caminando, sabiendo que otros ojos me miraban…

    Inmediatamente no solo un coche salió quemando ruedas, en este caso fueron dos, dos bestias que desprendieron el fuego que sus amos le indicaron al salir escopetados del lugar, y cuando me giré satisfecha, observé que los dos coches que quemaban ruedas eran de los dos hombres que me habían perturbado…

    Vale, esto no era una conquista del todo, pero yo había tenido la última palabra y había ganado.

    Me frené y me crucé de brazos, mis amigos llegaron hasta mí. Gina me levantó la mano para que se la chocara.

  -Ole, ole, ole. –Dijo. –Ivan se ha quedado pasmado, furioso y lo ha visto todo sin perderse ningún detalle mientras el cuerpo le daba latigazos. –Me describió Gina entre carcajadas.

    Quise alégrame, me había salido genial, le había dado una buena lección, pero entonces… ¿Por qué demonios tenía los nervios destrozados y quería tirarme al suelo y gritar hasta quedarme afónica?

  -Sí ha sido genial, pero, hay algo que no entiendo. –Prosiguió Gina mientras arrugaba la frente. -¿Qué ha pasado con ese tío del Aston Martin?

  -Oh, eso te lo puedo explicar yo. –Se ofreció Gina confundiéndome. –Quería llamar mi atención. Ya le dije a la rubia que su chico no me había dicho que no.

    Mi mente recordó cada detalle, cada imagen y cada sensación que ese hombre me había proporcionado y de pronto lo vi todo de otra manera.

    ¿Él nunca me había mirado a mí? ¿Él había mirado a mi amiga?

    Había sufrido alucinaciones de las buenas que me habían dejado un gusto mal en la boca, un odioso sabor agrio que ni la pasta dentífrica de menta podía quemar.

  -¿Te has peleado por él? –Preguntó Gina y de pronto mi amargura aumentó.

  -Claro. –Aclaró con una sonrisa de oreja a oreja. -Dios ¿Has visto cómo está? Es el padre de mis hijos. –Juntó las manos mientras soltaba un suspiro y pestañeó como si fuera un querubín regordete soñando con un futuro lleno de arcoíris.

    Gina aplaudió el tema del gesto de Adriana con un comentario jocoso, pero no pude escuchar bien porque Logan eligió ese momento para abordarme cogiéndome de la cintura y retirándome del lado de las chicas.

  -Hoy me has dejado muy sorprendido. Estoy orgulloso de ti.

     Necesitando un apoyo moral me lancé a sus brazos, tal vez fue un error, pero en ese momento necesitaba que alguien me diera un abrazo. Logan no dijo nada aunque al principio se tensara, luego me abrazó para ofrecerme ese consuelo que necesitaba.

  -¿Esto significa que me perdonas? –Lo miré retirándome de su pecho y le dije que si con la cabeza, Logan agradecido me dio otro abrazo más fuerte.

  -Bueno. –Gina interrumpió la reconciliación con un carraspeo. -Se terminó la noche para nosotros.

    Ete rodeó los hombros de su chica y le dio un beso en la frente, después me miró.

  -Gaela, mañana cuando te despiertes llámame. Quiero hablar contigo. –Me dijo y aunque me pareció extraño no le di importancia porque a los cinco minutos nos despedimos y nos dirigimos al coche de Logan.

  -¿Y nosotros que hacemos? ¿Nos vamos a casa?

  -No. –Le dije a Adriana. Si me iba a casa ahora explotaría en un llanto que no podía permitirme. -Necesito olvidar esta noche, y si no te atreves a darme un golpe con una botella, cómprame una que me la beberé y yo misma me daré el golpe contra el suelo cuando la terminé.

  -Bien chicas, pues conozco un local que nos darán de beber hasta hacernos reventar.

    Y eso esperaba porque más que necesitarlo, era una supervivencia al igual que respirar.

    Hoy había ganado a la vez que había perdido mucho más.

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