Gaela 1

Gaela 1
SAGA PRIMERA

viernes, 11 de julio de 2014

CAPÍTULO 2


 


    El vestido, desde luego, era lo más acertado que me podía poner para esa noche, no era en si lo mucho que se me acoplaba al cuerpo, o lo provocador de su pico donde una pequeña puntilla tapada mis pezones, sino el color. Había elegido el rojo porque sabía que a Ivan le encantaba ese color, incluso la ropa interior, de seda y puntillas, era en un rojo como la sangre y resaltaba el color pálido de mi piel.

    Subí la cremallera trasera de las tiras de las sandalias doradas y entré de nuevo al baño para pintar mis labios de rojo, para terminar el conjunto entero y poder dar más brillo a mis ojos negros.

  -¿Cómo lo llevas? –Preguntó Adriana apoyada en el marco de la puerta, después silbó mientras me miraba de arriba abajo. -¿Estas segura que quieres salir así?

    Me giré y la miré. Adriana tampoco se había optado por una túnica de monje. Su vestido azul royal, mostraba más de lo que quería tapar.

  -Tú también has seguido las instrucciones del informe pasado por puerta para pillar algo esta noche.

  -Tú estás prometida, yo ni siquiera tengo un amigo con derecho a roce. –Se quejó poniendo un mohín en sus labios brillantes.

  -¿Y Míster tatuajes?

    Le pregunté por su nueva conquista, ese mismo chico de dos metros de altura que había conquistado su corazón no hacía más de un mes y con el cual había compartido más de una cita, cuya cita no solo no había comenzado, sino que, ni siquiera había llegado al restaurante la primera vez, el resto de citas, ni habían salido de la casa, más exactamente, de la cama.

  -Demasiado casero. –Contestó guiñándome un ojo.

  -¿En serio? No sabía que eso te preocupara mucho. –Adjunté con otro guiño.

  -Y no me preocupa, siempre y cuando, no sea siempre igual. –Adriana se colocó detrás de mí y se miró en el espejo para después repasar el brillo de sus labios.

  -¿Siempre igual?

  -Ya sabes. Juegos eróticos, miles de posiciones, torturas, el Kamasultra perfeccionado… ¿Lo entiendes?

  -No, no tengo ni idea.

    Mi matrimonio concertado con Ivan, me tenía muy controlada por parte de mi madre en cuanto a novios se trataba, sí, había besado a otros hombres y había metido las manos en la masa, pero nunca había pasado de la tercera base.

    Mis relaciones duraban más o menos siete días, ya que de pronto, como por arte de magia, me dejaban y pasaban olímpicamente de mí (Cosa que nunca entendí), así que, mi manzana estaba entera y sin cortar.

  -Mmm, perdona… -Consoló Adriana colocando sus manos encima de mis hombros, después me dio una palmadita. -¿Sabes que lo tuyo es un problema?

    Sí lo era, pero, creía que pronto se solucionaría y pronto practicaría sexo de una vez, sin embargo, de nuevo, me equivocaba. Ivan no estaba interesado en mí ni siquiera en ese tema.

    Ni si quiera en un polvete rápido.

  -Pensé que lo solucionaría con Ivan…

  -Ivan esta noche está prohibido. –Anunció una voz diferente a la nuestra.

    Ambas nos giramos directas a esa voz masculina que había entrado en mi casa sin ser del todo invitado.

  -¿Cómo demonios has entrado? –Le pregunté a Logan dedicándole una mirada curiosa.

    Él simplemente se encogió de hombros, después se apoyó en el marco de la puerta, en el mismo lugar que Adriana había ocupado y se cruzó de brazos.

  -Tu portero me conoce, y la puerta de tu casa no es un rompecabezas. Ya te dije que la cambiaras. -Se defendió Logan con gesto despreocupado.

    Ese hombre podía ser el sueño de cualquier mujer. Un metro ochenta y siete de músculos, piel morena, ojos castaños como esas cejas y ese corto cabello y rizado. Su rostro era bello, duro a la vez que tierno y sus labios carnosos escondían una preciosa sonrisa que hacía que las mujeres temblaran al verla. Pero ese no era mi caso.

    Logan me caía muy bien pero nunca llegaría a tener aquello que él deseaba, y había insistido, no era de los que aceptaban un no como tampoco de los que necesitarán insistir mucho para conseguir lo que querían, exceptuando conmigo. Yo había roto todos sus esquemas al plantarle un no detrás de otro, aunque… Había otra que nunca le hacía ascos, pero a Adriana, le sucedía todo lo contrario.

     Logan pasaba de ella hasta en ese momento ya que sus ojos todavía no habían dejado de inspeccionar mi cuerpo y más especialmente mi escote.

  -Teniendo amigos como tú, ¿Para qué queremos puertas nuevas? –Ronroneó Adriana lanzándole un beso cuando pasó justo por su lado.

  -Para proteger. –Le contestó Logan a su trasero contoneándose. Luego se giró hacia mí con esa sonrisa seductora. –Esta noche tendré que espantar muchas moscas…

  -No. -Lo interrumpí, me subí el escote y avancé hasta colocarme a su lado. Me giré para mirarlo. -Preocúpate por las tuyas, que a los míos, yo me los quitaré de encima.

     Logan soltó una carcajada y tan descarado como siempre me tomó del brazo y me giró cara él.

  -Me encanta que te pongas borde conmigo. –Susurró con voz seductora, la misma que me provocaba un bostezo detrás de otro.

  -De verdad, nunca he conocido a un hombre que sea tan cabezón como tú.

  -Lo mismo digo. –Contratacó Logan con la barbilla alta y una sonrisa de lado.

  -Chicos, Gina está esperando. –Adriana se plantó delante de nosotros con las cejas alzadas y las manos apoyadas en sus caderas mostrando su molestia claramente. -¿Nos vamos?

    De un tirón me solté de Logan y avancé para coger el mini bolso que exigía el protocolo y, donde no cabía una mierda, mientras lanzaba mi último comentario a Logan.

  -Sí, por favor, sino vomitaré antes de ponerme a beber…

  -Muy graciosa Gaela, tu chispa es muy contagiosa. –Fue su contestación antes de pasar por mi lado, tomar a Andriana de la cintura y sacarnos todos de allí.

    Una vez fuera, los tres nos separamos, bueno, más bien fui yo la que se separó para acercarme a Gina que nos esperaba apoyada en su coche, un precioso Mustang del 67, de un color rosa chicle que no pasaba desapercibido, pero que cantaba menos que las llantas de aleación cromadas en Ónix de una edición limitada y que creaba más expectación que el color cantarín de su carrocería, aunque, el interior dejaba a esos locos por los tuneados babeando y paralizados.

  -Yo llevo mi coche. –Señaló Logan poniendo los ojos en blanco al ver que todas nos dirigíamos al coche de Hello Kitty.

  -Voy contigo. –Se ofreció Adriana, como siempre, babeando detrás de él.

    Una parte de mí se sintió impulsada a cogerla de la coleta y tirarla hacia atrás o pegarle dos tortas para que espabilara, pero dentro de mí, una vocecilla me indicó que yo también hacía lo mismo con Ivan.

    Las dos teníamos algo en común. Ambas seguíamos a dos hombres que pasaban de nosotras.

    Inspiré y dejé a mi amiga marchar mientras abría la puerta del coche, pero, por un momento me quedé mirando la noche, la oscuridad del cielo y las estrellas que brillaban sobre un manto negro sobre nuestras cabezas.

    No sabía cómo resultaría la noche, no sabía cómo terminaría, pero tenía algo dentro, una sensación extraña que desembocaba a un pequeño nervio en el estómago, y eso solo podía significar una cosa.

    Algo bueno iba a pasar.

    La noche transcurrió como siempre cada vez que nos juntábamos. Ete, se unió a nosotros al principio pero se marchó a la mitad dándole un beso a su chica Gina y dándonos los pases vips para que entráramos sin hacer cola.

    Al igual que no recordaba cuando había sido la última vez que había limpiado mi casa, tampoco sabía cuándo había sido la última vez que me lo había pasado tan bien en una simple cena. Las risas, el alcohol, hasta la música que el dueño nos había puesto para animarnos, fue algo muy contagioso y resultó ser que, lo necesitábamos. Igualmente no pude evitar echarle un ojo de vez en cuando al teléfono para ver si había alguna llamada perdida…

    Cero, no había nada todavía.

  -Deja el teléfono, quieres. –Me pidió Gina una vez arrancó el coche. Logan nos adelantó, y comenzó lo que podía llamarse la carrera del siglo ya que se puso a esquivar y adelantar como un profesional conductor de coches de carreras y solo para llegar al local de Ete. –Este tío está loco. –Comentó más para sí misma que para compartir opinión sobre la conducción de Logan.

  -Ivan me tiene que llamar, -le dije sin mirarla, tan solo podía ver esa pantalla con los ojos fijos, como si lograra que con la mente pudiese conectarme con él para avisarle de que me llamara de una vez. -y no sé a qué hora se decidirá…

  -Eso no es una excusa. Pareces una desesperada. –Esta vez sí que la miré.

    Me parecía increíble que estuviese tan al loro de mis movimientos ya que su concentración era implacable hacia la carretera, por lo visto, seguir a Logan se estaba convirtiendo en todo un reto.

  -No parezco una desesperada, solo deseo que me llame ahora que todavía no estoy tan pedo…

  -Mec. –No solo lo dijo, también tocó la bocina para dar énfasis a ese tic. -Error. Cuanto más pedo estés, mejor.

  -¿Por qué? Sabes que no le intereso nada, y si me ve en todo lo alto, aun caeré más bajo…

  -Y le dirás cuatro cosas bien dichas, le plantarás cara sin caer perdida bajo sus pies mientras babeas como un dromeriado.

  -¿Qué dices? –Estaba alucinando de que mi amiga me viera de esa forma.

    ¿Es que era tan evidente que ese hombre me tenía comiendo de su mano?

    Sí, lo es y te lo dice la sabia.

    Gina de todas nosotras era la más centrada. Con su melena pelirroja, unos ojos azul tan oscuros como el cielo en la noche, un cuerpo de infarto que provocaba que todas las cabezas masculinas se parecieran a la niña del exorcista para poder seguirla a sus espaldas cuando entraba en un local, y no olvidar que tenía una mente maravillosa. Se había convertido en la psicóloga del grupo. Se hizo novia de Ete cuando tan solo tenían, ambos, quince años, y aunque habían sucedido miles de cosas entre los dos, continuaban juntos y enamorados.

    Una parte de mí los envidiaba, pero envidia sana. Solo soñaba en tener alguna vez la complicidad que ellos tenían, compartir sus miradas, sus pensamientos y sobre todo esa concesión que los diferenciaba de todos.

    Algún día Gaela, algún día.

  -Cuando tomas unas copas de más… -Contestó Gina a mi pregunta anterior, la que no había podido contestar hasta el momento por esquivar dos coches parados. -Te transformas en Tormenta de X-men y los truenos caen como guijarros de hierro para aquel que este delante de ti.

  -¿De verdad? –Pregunté asombrada.

  -En serio. Y te pido por favor que cuando eso suceda… -Se giró y me miró con una sonrisa perversa. –Me avises. No me gustaría perdérmelo.

    Le sonreí a Gina y tiré el móvil dentro del bolso. Al fin y al cabo ella tenía razón, estar pendiente de esa llamada era todo lo contrario de mí. No podía estar pendiente de un hombre que pasaba de mí como de un nuevo reloj. Después me acomodé en el sillón y disfruté del recorrido en coche que se había convertido en una carrera a causa de la velocidad que había adoptado Logan.

    Era difícil seguirle el ritmo, pero era algo muy normal. Logan era un experto en coches tanto en mecánica como ponerse al volante. Era su profesión, él era un piloto profesional de coches de carreras y aunque Hello Kitty era la envidia de las carreras ilegales, no tenía nada que hacer en contra de las manos y los pies de Logan.

    Llegamos al local en doce minutos de veinte que deberíamos haber tardado. La puerta trasera Vip estaba iluminada por dos farolillos en color azul oceánica y una mujer conversaba con un hombre vestido completamente de negro. Gina saludó al gorila que había en la entrada y a continuación las puertas fueron abiertas para nosotros. La entrada Vip que Ete nos había dado, nos daba exclusividad a una mesa en uno de los palcos del piso de arriba con dos botellas de champagne “Pernod-Ricard” (Que valía su peso en oro) y tres rondas de chupitos a elegir.

    Ahora entendía la urgencia de Ete en que no llegáramos muy tarde. Esto estaba a reventar (Y eso que solo era mitad de la noche) y todo por la clase alta de la ciudad. Todo era gobernada por mujeres con vestidos de firmas y enjoyadas por todas partes hombres, la mayoría con trajes a medida. Los pocos que habían en la pista bailando eran los más informales, aunque no dejaban la firma de su ropa a un lado, sus ropas eran realmente caras igualmente.

    Después de vaciar las dos botellas y pasar a la cuarta ronda de tequilas, Gina nos animó a salir a la pista de baile.

    Mi amiga tenía razón, cuando bebía me perdía y no solo un poco, demasiado. Ni vergüenza, ni el sentido de ella se encontraba en ese momento dentro de mi cabeza la que, solo podía albergar a la música que estaba sonando.

    Y ahora solo faltaba que Ete se pusiera a pinchar, entonces, el descontrol estaba garantizado, no solo sobre nosotros, también aquellos que nos rodeaban vitorearon su nombre y Gina le mandó un beso cuando él le dedicó la primera canción de su sesión.

    En la pista en ese momento nos encontrábamos Logan y yo, bailando cara cara, pero sin nada raro, tanto Gina como Adriana se habían ido a pedir a la barra.

    Las mujeres que nos rodeaban se arrimaban tanto que Logan sonreía sin disimulo, en mi caso pasaba todo lo contrario. Cuando sentía la atención de otro hombre me giraba y cuando dicho personaje se creía superior y me tomaba de la cintura me retiraba, el problema es que con tanto escaquearme de esos pulpos, había llegado a los tentáculos de otro peor, Logan.

    Con gran disimulo y empujándolo hacia una rubia que había formado un charco de babas a nuestro alrededor, me libré de esas garras.

    Pero entonces pasó algo totalmente extraño y muy, pero que muy raro, porque de pronto me encontraba parada y mirando hacia delante sin saber muy bien porque, hasta que tropecé con lo que parecía salido del mismo infierno.

    Un demonio con cazadora de piel negra y una rubia enganchada de su brazo.

    La parada la había causado el que nuestros cuerpo se chocaran cuando me retiré de Logan, pero fue su aroma, su deliciosa fragancia lo que me dejó temporalmente Kao. Me giré para darme con unos impactantes ojos azules llenos de oscuridad y una eterna sombra de miedo edulcorada con salvajismo. Noté como salía un suspiro de mis labios y no supe si se trataba de miedo o admiración.

    Él, sin ningún cambio en esa mirada, ni en ese rostro de rasgos afilados, duros, marcados y tremendamente bellos, se acercó un poco y no solo las piernas me temblaron, el cuerpo me sacudía y el corazón me avisaba de que estaba a punto de sufrir un infarto al corazón.

  -Ten cuidado, morena. –Arrastró las palabras y juro que tuve un pequeño orgasmo al escuchar su voz.

    Después, aunque todo ralentizado, se retiró, me dedicó una última mirada que no decía nada y se giró como si nada para largarse. Ese enorme cuerpo de un metro noventa, se abrió paso entre la gente que se retiraba a su lado, formando un pasillo como si él fuera un caballero de la realeza, solo que, a mí me parecía un siniestro jinete del apocalipsis.

    No te vayas, no, no, no…

     Mis gritos desesperados me acojonaron, pero no hice nada… salvo mirarlo como todas las mujeres que estaban a su alrededor y, aunque fuera difícil de creer, me encontraba formando, no un charco, sino una laguna de babas mientras miraba una parte de ese enorme cuerpo, ya que la otra parte me la tapaba la Barby rubia que cogía su brazo con las dos manos señalando a todas que era su dueña.

  -Hey.

    Una mano pasó por delante de mi cara de arriaba abajo, después un cuerpo se posicionó delante de mí y dio una palmada. Parpadeé para salir de ese trance y volver a mi mundo.

  -¿Que mierda te ha pasado? –El rostro de Adriana señalaba una preocupación que no entendí.

  -Na… -Me aclaré la garganta porque esta parecía ir fallando por momento ya fuese por el alcohol o por el shock de cruzarme con un tío tan bueno que me había enterrado bajo tierra. –Nada.

  -¿En serio? –Después se giró hacia Logan con las cejas alzadas. –Dame lo que le has dado a ella, quiero flipar igual.

  -No digas tonterías. –Gina se interpuso entre Adriana y yo y nos rodeó con los hombros. -Volvamos a la mesa que he pedido otra rueda de cinco rondas.

    Sonreí, simplemente por disimular pero mi mirada se dirigió a Logan, quien me miraba con mucha, demasiada tal vez, intensidad, sus ojos estaban fijos y constante en mi dirección, y esa mirada no me gustó absolutamente nada, así que se la retiré y me dejé llevar por mis amigas.

    Dos rondas más y ya estaba como nueva, las reacciones que habían sufrido mi cuerpo solo eran humo disipándose y Logan parecía volver a la normalidad animándonos como siempre con sus comentarios hasta que una de sus fans, la misma rubia a la que yo lo había empujado se lo llevó… Digamos que, fuera de nuestra visión.

  -Voy al baño, me meo viva. –Dijo Adriana mientras nos mostraba un bailecito de lo menos seductor.

    Mi amiga a toda prisa bajando los escalones y Ete haciendo su aparición tras tomarse un descanso. Saludó, besó a su novia y se sentó a su lado. Dejé de mirarlos porque sentía que invadía la intimidada que ellos compartían y me dediqué a observar todo a mí alrededor. Vi a Logan, bajo, en la pista bailando con la rubia y otra de pelo corto caoba detrás de él haciendo algo parecido al trenecito. Tres más los imitaban y casi se había parecido a una conga en toda regla. Sonreí y continué mirando pero Gina a ese punto gemía y mi incomodidad subía doce escalones de golpe.

    Me sentí totalmente marginada ya que la pareja se estaba comiendo la boca de una forma obscena.

  -Podéis respirar. –Les dije pero estaban demasiado ocupados como para prestarme atención.

    Sobras Gaela… Sal de ahí.

    Me levanté para dirigirme a la barandilla que estaba justo delante de nosotros y me apoyé. No buscaba nada en particular, solo hacía tiempo hasta que Adriana se dignara en aparecer y así no ser el farolillo de la pareja que se comía la boca en la mesa, con lo cual, no fue algo intencionado fijarme en el privado que había al otro lado del mismo piso donde me encontraba yo, solo que en la zona más glamurosa de todo el local y nada menos que, justo delante de mí.

    Si la primera vez que lo había visto me había impactado, la segunda no se quedó muy corta.

    Parecía un rey de reyes, rodeado de un sequito de mujeres y hombres y, de todos ellos se podía decir que era la alta gama senior, de la ciudad, asquerosamente ricos, todos con lustrosos y caros trajes exceptuando él, mi misterioso efecto infarto llevaba una camisa negra y unos tejanos desgastados.

    Don terremoto de faldas estaba sentado en el centro con las piernas abiertas y apoyado cómodamente en el respaldo mientras, sus brazos estirados se alargaban en la cabecera de ese redondo sofá simulando como si estuviese rodeando los hombros de las dos rubias que había a cada lado de su cuerpo. Alcé mi vista solo por darme el placer de volver a ver ese rostro delicioso y de pronto, sentí que esos ojos azules me miraban a mí.

    El escalofrío fue total, me arrasó como una enorme ola a presión tipo tsunami, contra mi cuerpo.

    No te mira a ti, no te lo tengas tan creído.

    Decirme eso a mí misma tenía su lógica, el local era enorme y no solo estaba yo, a aparte de tener a las dos Barbys perfectas que tenía a cada lado nadando por su cuerpo tanto con sus manos como con sus miradas, había más mujeres a mi alrededor, pero extrañamente y no sabía el porqué, sentí que esa mirada penetrante era para mí, y más la sentí cuando me incorporé un poco recta, mi mínimo movimiento parecía a ver tocado un interruptor de los suyos. Él se echó hacia delante pasando los brazos por encima de las cabezas de las mujeres y terminó apoyando los codos en sus muslos mientras, continuaba manteniendo esa mirada en mi dirección.

    No pude evita el cosquilleo por mi cuerpo al ver como se movía, igual que mi mente enferma me la mostró con una lentitud peligrosa. Me tenía enjaulada, dominada y presa de él, era imposible menearme ni dejar de mirar un rostro que parecía calcularlo todo pero con total naturalidad sin mostrar ningún sentimiento en esa cara inflexible… o eso me pareció a mí.

    Podía equivocarme, al fin y al cabo, él estaba a unos veinte o más metros de distancia y yo ya rondaba el límite de mi resistencia al alcohol.

    Estas desvariando Gaela, relájate un poco sino caerás muerta al suelo.

    Que yo misma también me dijera eso ya resultaba hasta incomodo, pero era como si hubiese inspirado gas radiactivo que me centrara únicamente en él, ya que de pronto se repitió de nuevo, otro movimiento y tuve que cogerme a esa barandilla con fuerza para no caerme de boca a la pista de baile.

    Esta vez él alargaba una mano para coger una copa que había en una mesa baja a sus pies, le dio un trago y después se pasó la mano por la barbilla.

    Quien fuera copa, cristal, hielo o líquido para rozar sus labios…

    Otro estremecimiento y ya sentí que las bragas se me mojaban. Y ni siquiera alcanzaba a ver bien ese cuerpo, pero sabía que era de piel morena, ya lo había visto en su cuello cuando se había aproximado a mí, pero ahora diferenciaba algo en contraste con esa camisa negra que llevaba arremangada por los codos, también sabía que era alto, yo media un metro setenta y tres y aun así, con mis tacones de diez centímetros, ese tío buenorro me superaba, y también sabía que era fuerte, su torso duro con el que había chocado, me lo había demostrado.

    Pero lo que más me había impactado eran sus ojos, ese azul en contraste con el negro azabache de su cabello, aun lo hacía no peligroso, sino un depredador de placer incansable.

    Y entonces pasó algo que podía haber sido causado por mi imaginación, pero de pronto, vi como esa masa musculosa se tensaba y su mirada se oscurecía más todavía, mostrándome un signo que me heló la sangre y que me tensó esta vez a mí, tan rápido que, me choqué contra un cuerpo a mi espalda y unos brazos rodeándome que estaban apoyados en la misma barandilla que yo, solo que, a cada lado de mis manos.

  -¿Estabas vigilándome? –Esa voz en ese momento me crispó los nervios, y no solo porque había interrumpido ese contacto con el hombre misterioso que tenía delante, sino porque me había pillado más alterada que nunca.

  -No te vigilaba, Logan. –Carraspeé porque mi voz parecía salir de mí a gritos.

  -¿Te he puesto nerviosa?

    Miré hacia delante y mis ojos descuartizaron a la rubia, que se creía su dueña, llevarse al veneno placentero que me había vuelto loca lejos de mi visión. De todos modos, él ya ni me dirigió una última mirada, tomó la mano que se le ofrecía en el aire y se fue con ella volviendo de nuevo a un rostro sin signos de vida.

    Decidí no mirar más, no solo porque me privaran de ese atracción, también estaba que quería ponerme a respirar con normalidad y deseaba darle una tregua a mi corazón, aunque también deseaba girarme para empujar a Logan y poder darme el gustazo de estamparlo por todo el primer piso.

    Aun así, deseándolo en mi interior, retiré esas manos para salir de esa cárcel y dejé mi maquiavélica conspiración en divagar junto con todas las otras escenas asesinas, y me comporté como una amiga.

  -Eres un pesado…

  -Solo contigo. –Ronroneó Logan contra mi oreja.

    Joder, que pedo llevaba el chaval, ahora entendía este comportamiento extra.

  -Logan, compórtate. Vale. –Le dije dándole un empujón en el pecho.

  -No vale. –Replicó con la lengua enredándose en su boca y tomando mi muñeca para llevársela a sus labios.

  -Mañana te arrepentirás. –Me quejé tirando de esa mano y deshaciéndome de ese agarre.

  -No creo…

  -¡Gaela!

    Logan lo intentó de nuevo, pero el grito de Gina lo detuvo. Gina balanceaba mi móvil en su mano mostrándomelo. Le di otro empujón a Logan que se retiró poniendo los ojos en blanco y bufando molesto por la interrupción de Gina…

    Como si pensara que con esa interrupción o sin ella tenía algo que hacer conmigo… Incrédulo.

    Y me acerqué a la mesa donde estaba Gina y Ete.

  -¿Qué pasa? –Le pregunté.

  -Ten, no para de sonar.

    Cogí el móvil y vi que tenía seis llamadas perdidas de Ivan…

    Mierda, me había olvidado de él…

    ¿Me había olvidado de él?

    No me lo podía creer. Había pensado en Ivan durante toda la noche y de pronto, había desaparecido de mis pensamientos…

    Porque tenías otro espectáculo delante sacado de las mil y una noches.

    Me estremecí al recordar mi distracción y me organicé mentalmente para poder llamar a Ivan y quedar con él, pero cuando me giré para informar de mi salida a mis amigos un tremendo jaleo, en la zona de la pista de baile, acaparó sus atenciones, y lo que vimos los tres, solo empeoró la situación.

  -Joder con Adriana, esa rubia se va a quedar sin extensiones. –Dijo Logan. Y tenía razón y si la vista no me engañaba mucho, esa rubia me sonaba demasiado.

  -La madre que la…

    Ya no me quedé a escuchar la queja de Ete, antes de que me diera cuenta me encontraba bajando por las escaleras con Gina pisándome los talones.

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